El INE confirmó ayer que la inflación española se encuentra en mínimos de cuatro décadas. El IPC cayó en febrero una décima en términos interanuales, para situarse en el 0,7%. Con estas cifras, la inflación se ha dividido por algo más de siete desde que el cénit de la cotización del petróleo la llevase al 5,3% en julio. Desde entonces, el abaratamiento del barril de crudo en más de 100 euros, unido a la relajación de la demanda de bienes asociada a la recesión económica, han motivado la histórica caída. En tasa acumulada en lo que va de año, el IPC ha bajado el 1,2%.
La importancia de la moderación de precios se aprecia con más claridad en la inflación subyacente, que no tiene en cuenta los precios más volátiles: energía y alimentos frescos. Tras caer otras cuatro décimas, se sitúa ya en sólo el 1,6%, menos de la mitad que en el pasado verano. El secretario de Estado de Economía, David Vegara, reconoció ayer que esa bajada refleja 'una menor presión de la demanda' sobre los precios. Lo cierto es que, sólo en los dos primeros meses de 2009, prácticamente la mitad de las categorías de productos que recoge Estadística (28 de 57) registran caídas de precios. Como es propio a las fechas, las prendas de vestir lideran las bajadas, pero no cabe atribuir a las rebajas toda la responsabilidad: si se toma febrero del año pasado como término de comparación, hasta 16 categorías presentan ya bajadas de precios, como los aceites (8,3%), la leche (6,6%) o el transporte personal (6,3%).
Todo ello aviva los temores a la deflación, una caída general y sostenida de los precios que desincentiva la actividad económica y pospone las decisiones de gasto. La tormenta perfecta que alargaría la crisis económica durante largos años.
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